El nacimiento de lo que actualmente es Toledo se remonta a la Edad del Bronce donde existieron rudimentarios asentamientos y no sería sino hasta el año 193 a. C. cuando las tropas romanas conquistaron el asentamiento y lo rebautizaron como Toletum, que con el tiempo se transformó en Toledo.
A lo largo de los siglos los romanos dejaron impresionantes construcciones que hasta hoy se mantienen en pie, entre ellas la más famosa es su enorme acueducto, pero para el año 411 los alanos arrasaron la ciudad pasando luego a manos visigodas.
Después de la conversión cristiana, Toledo se convirtió en una de las poblaciones más grandes de toda la península ibérica al superar los 10 mil habitantes, por lo que rápidamente prosperó económicamente y se convirtió en un objetivo muy codiciado.
Etapa mozárabe y posterior reconquista
En 711 las tropas musulmanas mozárabes conquistaron la ciudad y quedaron bajo el dominio del califato de Córdoba después de un largo período de luchas intestinas entre las diferentes facciones musulmanas que concluyó en el año 932.
No sería sino hasta el siglo XI cuando Alfonso VI de León logró tomar la ciudad después de un largo asedio y una compleja negociación con el reino de taifa para obtener seguridad para la población mozárabe y judía.
Gracias a este entendimiento, Toledo vivió un período de esplendor socioeconómico, cultural y político fundándose infinidad de escuelas, templos y palacios que floreció a lo largo de los siglos XII y XIII.
Sin embargo, la tolerancia inicial duró muy poco tiempo, los mozárabes y los judíos fueron expulsados y Toledo entró en un período de inestabilidad política que duró siglos hasta que finalmente los Reyes Católicos lograron aplacar la situación en 1492, después de finalizada la reconquista.
Florecimiento y decadencia
Bajo la égida de los Reyes Católicos, Toledo expandió sus límites geográficos e incrementó su influencia política y económica alcanzando una gran autonomía, tanto fue así, que fue una de las primeras ciudades en apoyar la Guerra de las Comunidades en 1520, hasta que se convirtió en una de las sedes de la corte imperial. Para 1522 Toledo sobrepasaba los 60 mil habitantes.
Sin embargo, el traslado definitivo de la corte a Madrid, y la posterior adopción como capital del reino en 1561 a manos de Felipe II, afectó la enorme influencia alcanzada por Toledo lo que resultó en la ruina de su próspera industria textil, provocando un grave período de decadencia.
La situación empeoró después de una grave epidemia en 1580 que diezmó la ciudad y aniquiló a casi un tercio de la población.
Con la llegada de la Real Compañía de Comercio durante el siglo XVIII la situación de Toledo mejoró un poco, pero la inmensa influencia del pasado se había terminado, condenando a la ciudad a ser una mera urbe administrativa.
El largo período turbulento
La frágil estabilidad alcanzada por Toledo se vino abajo cuando las tropas napoleónicas invadieron España y la ciudad se vio obligada a enfrentarse a los franceses.
A lo largo del siglo XIX la ciudad continuaría sumergida en la inestabilidad hasta que llegó la política de desamortización que expropió gran cantidad de edificaciones eclesiásticas y cambió por completo el perfil urbano de Toledo.
Si bien el siglo XIX es considerado un largo período decadente para la ciudad, Toledo logró estabilizar un poco la precaria situación con la llegada de nuevos medios de comunicación y la fundación de algunas industrias.
Con la llegada del siglo XX Toledo mantiene la frágil estabilidad alcanzada, pero después de la depresión económica de 1929 y la turbulencia política que sacude a toda España, la ciudad queda sumergida nuevamente en la inestabilidad, cosa que empeoró luego de la llegada de la Segunda República en 1931 y el posterior estallido de la traumática Guerra Civil en 1936.
Toledo quedó bajo el mando republicano desde el comienzo de las hostilidades, pero la contraofensiva franquista fue devastadora, arrasando por completo sectores enteros de la ciudad y generando sangrientas purgas políticas que se extendió a lo largo de la guerra y que continuo con el triunfo franquista.
Democracia y futuro
Finalmente, con la llegada de la democracia, Toledo al fin pudo recobrar la prosperidad del pasado al recuperar autonomía gracias a los designios de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y de la posterior entrada de España en la Unión Europea.
Esta serie de circunstancias permitieron a Toledo recuperar el fulgor del pasado y convertirse en una ciudad dinámica y en un atractivo sitio turístico gracias a su inmenso valor patrimonial e histórico y a el repunte de su industria.
Sin embargo, el crack de 2008 afectó gravemente a Toledo en todos los órdenes socioeconómicos, especialmente en cierre de industrias, las terribles secuelas a nivel de inmuebles y el alto desempleo que alcanzó un récord histórico a lo largo del siguiente lustro.
El siglo XXI se asoma como un período de grandes retos para Toledo, en especial lograr superar los estragos del largo período de desempleo y la enorme competencia producto de la globalización, en especial en las empresas de bienes y servicios chinas y del sudeste asiático, que compiten a nivel manufacturero.