La Basílica de San Isidoro es un monumental conjunto arquitectónico de estilo románico que posee un bagaje cultural, patrimonial y artístico de enorme importancia y cuya construcción y constantes reformas se extendió desde el siglo XI hasta el siglo XIII.
Gran parte de su importancia radica en que es uno de los pocos templos que conserva, casi intacto, una enorme cantidad de reliquias suntuarias románicas, además de presentar un Panteón Real ante la iglesia con un espléndido mural románico acompañado de capiteles también intactos de la época original, lo que hizo de la basílica un conjunto único en su estilo cuando se construyó.
Al momento de su construcción la basílica estaba dedicada en honor a San Pelayo en un área donde en la antigüedad se encontraban las ruinas de un templo romano, pero después de que los restos de San Isidoro fueron trasladados hasta este templo, se le cambió la titularidad a la basílica en su honor.
Entre otros de los detalles que la hacen tan interesante están los vestigios originales románicos y su Panteón, así como las puertas de su fachada sur, denominadas la Puerta del Perdón, la Puerta del Cordero y la Puerta del Norte. Todos estos detalles demuestran de manera inconfundible la influencia del estilo románico que apareció en León.
Al igual que muchos otros templos monumentales y de larga construcción, la Basílica de San Isidoro también presenta multitud de detalles góticos, renacentistas y del período barroco debido a sus muchas reformas y añadidos.
Dada la inmensa importancia patrimonial, artística e histórica de la basílica se le dio la declaración de Monumento Histórico Artístico en el año 1910.
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