La fuente de la Magdalena y su posterior raudal fueron de vital importancia para la ciudad de Jaén, hasta tal punto que fue uno de los condicionantes para el crecimiento de la ciudad.
El raudal de la Fuente de la Magdalena da paso a un conjunto de túneles subterráneos, que miden 1,60 metros de alto y poco más de uno de ancho, y están techados con amplias losas a dos aguas. A través de estos túneles discurrían sus aguas para luego llegar a los distintos palacios, baños, termas, mezquitas, aljibes y fuentes, ya desde la etapa islámica y muy probablemente desde la dominación romana.
El agua de estos túneles subterráneos también abastecía a los molinos, tenerías, canteras, tintorerías y a los hornos que suministraban de diversos productos, tanto a la población local como a otras zonas de la corona castellana.
Con el agua que sobraba, al salir de la ciudad se creaban arroyos, como el Arroyo de la Magdalena o el de San Pedro, que se utilizaban para regar las huertas situadas fuera de las murallas de la ciudad.
Este raudal fue la principal fuente de agua potable de Jaén hasta el siglo XIX.
Qué ver en Jaén