La Basílica de San Félix es un magnífico edificio religioso con una historia que se remonta a más de mil años. Esta hermosa obra es un importante símbolo de la ciudad y un destino popular para los amantes de la arquitectura y la historia.
Su construcción comenzó en el siglo XII y se prolongó durante varios siglos. Su estilo arquitectónico abarca diversos periodos, desde el románico hasta el gótico, lo que le confiere una mezcla única de elementos artísticos y estructurales.
El edificio destaca por su imponente torre campanario, que se eleva sobre el horizonte de la ciudad y ofrece unas vistas panorámicas impresionantes. Este campanario, de estilo gótico, fue construido entre los siglos XIV y XVI y vino a sustituir al antiguo campanario, de estilo románico, situándose a la izquierda de la portada principal, de estilo barroco y decorada con esculturas que representan escenas bíblicas y figuras religiosas.
El interior de la basílica es igualmente fascinante. La nave principal tiene arcos de crucería y bóvedas góticas. Las capillas laterales albergan una gran cantidad de tesoros artísticos, como retablos, pinturas y esculturas de destacados artistas de diferentes épocas.
Uno de los aspectos más notables de la Basílica de San Félix son sus ocho impresionantes sarcófagos paleocristianos y romanos que datan de los siglos III y IV, así como el el sepulcro gótico de San Narciso, patrón de la ciudad. Se encuentran en un lugar de gran importancia histórica y espiritual, y se considera uno de los principales atractivos de la basílica.
La basílica contaba con un claustro románico que desgraciadamente no logró sobrevivir hasta nuestros días, y posteriormente con otro claustro gótico (siglo XIV) también desaparecido.
La impresionante ornamentación y la atmósfera espiritual de la Basílica de San Félix la convierten en un lugar de visita obligada para aquellos que deseen sumergirse en la historia y la cultura de la ciudad.
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