La gastronomía de Salamanca es la historia de un puente cultural entre las cocinas castellanas, leonesas y extremeñas en donde la ganadería, la industria vinícola y sus abundantes campos de cultivo, sobre todo de cereales, son sus pilares culinarios.
Desde principios del siglo XVII la importancia culinaria de Salamanca ya resaltaba después de la edición del libro del afamado chef Domingo Hernández de Maceras, El Arte de la Cocina, donde resaltaba la gastronomía salmantina.
Sin embargo, a pesar de la enorme herencia gastronómica y de algunas preparaciones y platos extremadamente populares y deliciosos, para principios del siglo XIX la cocina salmantina era considerada “pobre y barata” en comparación con otras regiones.
Afortunadamente, con el paso de los años, la gastronomía salmantina fue merecedora de una gran importancia gracias a la difusión de sus recetas, la interesante mezcla de sabores entre las demás cocinas aledañas y especialmente a sus excelentes preparados y guisos que cruzaron sus fronteras.
Cereales, ganado y pesca
Además de los extensos y abundantes campos de cereales, cuya producción de trigo se traduce en uno de los mejores panes de toda España, Salamanca destaca por su ganadería y su industria láctea, lo que permite la producción de quesos muy apreciados.
El ganado salamantino produce una excelsa cantidad de embutidos y subproductos derivados como la longaniza de Salamanca, los farinatos, el jamón curado, el chorizo de Candelario y el chorizo cular, los cuales son algunos de los más populares.
Todos estos magníficos subproductos son parte esencial de elaboraciones deliciosas como son el tostón, el lechazo asado y los hornazos, una empanada compuesta de huevo duro, chorizo picado y lomo de cerdo.
Su ganado vacuno y caprino produce platos como el picadillo de carne, las migas de rico, la carne morucha, las populares chuletas de cordero a la brasa, la menestra de cordero y el cabrito asado. También son populares el pollo relleno a la salmantina y los guisos compuestos de pavo.
La tierra salmantina también es muy generosa a nivel de la pesca fluvial, es por eso que las truchas del Tormes suelen ser el pescado que más se consume junto con el bacalao, que se suele preparar en conserva al estilo bejarano.
Tierra pródiga en hortalizas y verduras
Algo que empodera a Salamanca como una auténtica cuna de sabores son sus excelentes legumbres, en especial los garbanzos, las alubias, las habas y las lentejas, todas ellas ingredientes principales en una gran cantidad de platos muy afamados en toda la región, como por ejemplo sus exquisitos cocidos.
Entre los platos con legumbres más destacados del menú salmantino están las puntas de jamón, las habas a la salmantina, las patatas meneadas o con chorizo y el famoso Calderillo, un guiso tradicional de carne de ternera y patatas acompañada de cebolla, laurel y pimientos rojos.
Otro plato muy apreciado es el zorongollo, el cual posee una fuerte influencia de la cocina extremeña.
Arroces y ensaladas
Al igual que muchas otras ciudades y provincias españolas, Salamanca es célebre por sus arroces, en especial la chanfaina salmantina que se elabora con aves y cordero.
Además también destacan sus exquisitas ensaladas, en donde destaca entre todas la famosa ensalada de limón serrano, compuesta de limón, naranjas, huevo frito o cocido, sal, chorizo, vino tinto y aceite de oliva.
Cabe destacar que Salamanca también tiene una pequeña pero afamada producción de aceite de oliva que se centra en las Riberas del Duero.
Dulces hechos con sabor y tradición
Salamanca posee una rica herencia de postres con algunas elaboraciones de repostería muy apreciadas y populares como el bollo maimón, los chochos de yema, la tortilla de arroz con azúcar, los hojaldres y las rosquillas. Gracias a las almendras se elaboran postres muy ricos, entre los que se encuentran los amarguillos, que son unas galletas hechas de almendra, los turrones de almendra y las almendras garrapiñadas.
Otros dulces son los buñuelos, los repelaos, un dulce con un sabor muy particular que se parece a las perronillas, y el mazapán.
También están las obleas y en especial los mantecados.