La historia de Santander es un péndulo que continuamente se ha balanceado entre eras de gran prosperidad y de terribles calamidades.
El origen del primer asentamiento organizado de lo que actualmente es Santander se remonta a una villa romana del siglo I, dedicada a la minería usando la posición estratégica del enclave para construir un puerto y aprovechar las rutas comerciales.
Esta situación se mantuvo a lo largo de los siguientes siglos como un enclave comercial.
Prospera villa comercial
Durante la reconquista en el siglo X, Alfonso II funda una ermita sobre el antiguo enclave con el propósito de honrar a los mártires cristianos en una villa que pasó a llamarse Sanctorum Emeterii, que con el paso de los siglos se convirtió en Santander.
Esta villa rápidamente quedó fortificada para proteger el enclave estratégico del ataque de las tropas musulmanas. Para el siglo XII Santander era pródiga en distintas áreas comerciales que iban desde la pesca y el tráfico naviero hasta la explotación de haciendas vinícolas.
La prosperidad de Santander la llevó a unirse a otras villas en lo que se denominó la Hermandad de las Villas Marinas de Castilla en 1296, lo que produjo una hermandad comercial que se tradujo en una gran influencia en mercados internacionales que incluían a potencias como Flandes e Inglaterra.
Sin embargo, dos devastadores incendios, en 1296 y 1311, arrasan la villa, lo que representó un serio revés socioeconómico debido a que fue necesario repoblarla y cambiar ciertas leyes, esto se tradujo en un enfrentamiento entre los clanes de pueblerinos antiguos y nuevos que se alargó por espacio de los siguientes dos siglos.
Para empeorar la situación, Santander se vio envuelta en las luchas intestinas por el poder entre los diferentes reinos cristianos que agravó la situación económica y descuidó las condiciones sanitarias, ya de por sí paupérrimas, de la villa, lo que desembocó en una serie de epidemias a lo largo del siglo XVI que diezmaron la población.
La llegada de la burguesía
Con la llegada del siglo XVIII la villa finalmente logra recuperarse de las devastadoras crisis socioeconómicas vividas durante la Edad Media que habían arruinado su infraestructura y su población.
Durante los siguientes 150 años, Santander logró recuperar algo de su ímpetu e impulso comercial con la aparición de una pujante burguesía industrial y comercial que recuperó la economía.
La situación de Santander mejoró tanto que para 1754 Fernando VI le otorga el título de ciudad, lo que afianza, aún más, el empuje comercial, convirtiendo el puerto de la ciudad en uno de los más dinámicos con las colonias americanas.
La burguesía comercial desarrolló la navegación, la agroindustria y la producción de bienes de primera necesidad, así como la construcción de un nuevo astillero más grande y moderno.
Esta situación se mantuvo a lo largo del siglo XVIII y XIX logrando sortear incluso eventos traumáticos como la invasión napoleónica para mantener su alto nivel socioeconómico que llegó a su cenit en el siglo XIX con la llegada del ferrocarril en 1851.
El ensanche, la modernización y las tragedias
Junto con el desarrollo comercial, Santander amplió sus antiguos límites físicos gracias a la política del Ensanche que se llevó a cabo en el siglo XIX.
Del Ensanche se originaron nuevos complejos urbanos de lujo para las clases acomodadas fundándose, además, toda una serie de hoteles y balnearios, lo que convirtieron a Santander, junto a Palma de Mallorca, el destino más codiciado y atractivo del incipiente turismo del siglo XIX.
Este nuevo motor comercial catapultó a Santander como parada obligatoria para los turistas de Europa durante los meses de verano. Además del motor turístico Santander se transformó en un enclave académico de gran renombre.
Sin embargo, la ciudad de Santander no pudo escapar de continuos y devastadoras tragedias y accidentes que afectaron gravemente la ciudad, como la de 1893 cuando el Cabo Machichaco, un buque vizcaíno con más de 50 toneladas de explosivos, estalló devastando por completo el muelle y afectando un gran número de viviendas.
La ciudad apenas se estaba recuperando de la devastadora Guerra Civil ocurrida en los años 30s cuando nuevamente fue víctima del destino fatídico.
En 1941 ocurrió un incendio que arrasó por completo la ciudad y que hicieron recordar a los historiadores los devastadores incendios del siglo XIV. Esta tragedia obligó a una refundación de la ciudad con una ordenanza mucho más estricta orientada a evitar nuevos accidentes.
El futuro de Santander
Con la llegada de la democracia Santander retomó el impulso generador de riqueza al convertirse en un polo turístico e industrial gracias a la entra de España en la Unión Europea, lo que enseguida se transformó en una auténtica palanca de desarrollo de la ciudad.
A lo largo de la era democrática Santander acometió grandes obras de infraestructura urbana, un ambicioso plan de reordenamiento y de construcciones que reimpulsarán los sectores turísticos, industriales y comerciales.
Sin embargo, los retos y dificultades son muy grandes, en especial después del crack de 2008 que afectó severamente a España. El siglo XXI se asoma como una gran oportunidad para que este enclave comercial y naviero logre permanecer a la vanguardia de un mundo cada vez más competitivo.