El entorno donde se encuentra la actual Segovia recibió a sus primeros pobladores neandertales hace más de 60 mil años, pero el primer núcleo humano organizado data del 146 a. C. cuando el caudillo Viriato llegó a bordo de una expedición lusa leal a Roma.
Desde temprano, Segovia era parte de un entramado menor de pequeñas villas y poblaciones cuyo objetivo era el de servir como enclave de aprovisionamiento. Después de la cristianización de Roma sirvió como sede episcopal de la iglesia católica durante el dominio de los visigodos.
Para el año 711 ocurre la invasión musulmana y la villa cae rápidamente en manos del califato, siendo inmediatamente fortificada. Sería necesaria la intervención de Alfonso VI de León que emprendió un repoblamiento del enclave después de la huida de las tropas musulmanas durante la reconquista.
La Edad Media
Para el año 1088 los planes de Alfonso VI se aceleran cuando el repoblamiento del enclave incluye al obispado y a toda una población procedente del norte de la península y de la parte más alejada de los Pirineos.
Después del repoblamiento y estabilización política al contener los disturbios causados por la mala administración del gobernador Álvar Fáñez, Segovia experimento un rápido crecimiento demográfico y comercial a raíz de su importante ruta de la trashumancia que la consolidó como uno de los centros textiles y manufactureros de lana más apreciados de ese entonces.
Con la llegada del siglo XIII, Segovia experimentaba un florecimiento y esplendor gracias a su importante industria pañera, que estaba en manos de la aljama judía, y de un comercio pujante y constante que se tradujo en extraordinarias obras arquitectónicas góticas.
Para el siglo XV la influencia y el poder político y económico de Segovia se manifestó al ser el lugar en donde fue proclamada reina de Castilla Isabel la Católica en diciembre de 1474.
Dicho poder e influencia se pusieron a dura prueba cuando se une a las villas castellanas sublevadas en las Guerras de las Comunidades que perseguían mayor autonomía política, y a pesar de que dicho alzamiento fue sofocado y muchas de las villas sufrieron graves consecuencias, Segovia mantuvo intacta su influencia y poder económico.
Sin embargo, la decadencia que asoló las villas castellanas durante el siglo XVII ocasionó una merma profunda en su poder, influencia y especialmente su demografía, al reducirse drásticamente su población de 27 habitantes a menos de 8 mil en 1694.
La Era Contemporánea
Al principio del siglo XVIII se hacen serios intentos por reimpulsar la decaída economía de Segovia mediante su industria textil que, si bien al principio tiene resultados positivos, decae nuevamente debido a la falta de calidad y competitividad de sus manufacturas, en especial la lana, por lo que Carlos III decide retirar su patrocinio en 1779.
Lo más resaltante y que ayudó a que la ciudad recuperara un poco su influencia, en especial en el ámbito militar, fue la fundación en 1764 del Real Colegio de Artillería, que a la postre sería la primera academia militar profesional de España y que continúa existiendo hasta el día de hoy.
La preparación y profesionalización de esta nueva generación de militares enfrentó una durísima prueba cuando las tropas napoleónicas invaden España en 1808 atacando la ciudad sin piedad y saqueándola por completo.
Desde un principio la resistencia fue aguerrida y Segovia se enfrentó a las tropas francesas, que, si bien al final fueron expulsadas de España en 1814, la ciudad quedó muy mal parada a nivel socioeconómico.
La situación empeora cuando se produce la Primera Guerra Carlista que intenta apoderarse de la ciudad sin éxito, pero quedando nuevamente empobrecida.
No sería sino después de 1850 cuando Segovia comienza a recuperar algo de su influencia y esplendor durante el llamado Ensanche urbano que transformó arquitectónicamente toda la ciudad al derrumbar las antiguas murallas medievales y ampliar sus límites físicos, aumentando su demografía producto de la prosperidad económica al recuperarse su industria textil y fomentar el turismo.
Siglo XX y futuro
Con la llegada del siglo XX el repunte económico de Segovia se mantiene de forma destacable con la llegada de los vehículos y de los servicios modernos, pero la debacle económica de 1929 y la inestabilidad política que afecta a toda España se hacen presentes en la ciudad, cosa que empeoró con la proclamación de la Segunda República en 1931 y el estallido de la Guerra Civil de 1936.
Bajo la dictadura franquista la ciudad retoma algo de su impulso gracias a los ambiciosos planes urbanísticos acometidos a lo largo de España durante el llamado Milagro Económico Español, pero sería necesaria la llegada de la democracia para que dicho reimpulso recibiera la fuerza que necesitaba.
De inmediato la ciudad se desarrolla en nuevos mercados industriales destacando la metalurgia, la industria de alimentos, en especial los embutidos, la construcción, la fabricación de muebles, la explotación maderera y especialmente el turismo.
Uno de los momentos más importantes, y que le dio el reimpulso y reconocimiento que necesitaba, fue en 1985 cuando su famoso acueducto romano y su casco histórico fueron declarados Patrimonio de la Humanidad.
El siglo XXI encuentra a Segovia con un pujante desarrollo, pero también ante grandes retos en un mundo cada vez más globalizado.