El Camino de Santiago, que en la actualidad se suele denominar el Camino de Santiago Francés, es una de las rutas de peregrinación cristiana más importantes que existen en Europa y una de las más transitadas cada año.
Esta ruta, cuyo origen data de la Edad Media, tiene como objetivo visitar la tumba del apóstol Santiago el Mayor localizada en la Catedral de Santiago de Compostela, en la Comunidad Autónoma de Galicia.
Los orígenes de la peregrinación
La gran popularidad y atractivo se debe a que, de acuerdo a la tradición, Santiago el Mayor fue el primer apóstol cristiano en convertirse en mártir de la fe y su fue cadáver trasladado a la entonces provincia romana de Hispania, en algún lugar de
Gallaecia, hasta que fue descubierto alrededor del año 820 en un asentamiento abandonado por los romanos.
Después del descubrimiento, el lugar se convirtió en un lugar sagrado construyendo sobre su tumba un templo monumental que fue sucesivamente ampliado y reformado a lo largo de los siglos, hasta que finalmente se transformó en la actual catedral.
Esto originó un auténtico fervor entre los creyentes creando un culto que rápidamente se extendió entre los cristianos ibéricos y más allá de las fronteras hasta el resto de la Europa cristiana, tanto fue así, que Alfonso II instaura el culto jacobeo creándose a su alrededor una sólida unión política y religiosa de enorme importancia, en especial durante la Reconquista.
El nacimiento del Camino de Santiago
Este fervor y devoción se tradujo en peregrinaciones anuales donde los fieles atravesaban enormes distancias, muchas de ellas difíciles e insalvables por su topografía o por estar en terreno inhóspito, razón por la cual se hizo necesario crear una ruta que sirviera de vía directa hacia el templo de Santiago y así poderle rendir respetos a sus restos.
Además de construir el Camino de Santiago, las autoridades se vieron en la obligación de crear toda una infraestructura y logística que ofreciera a los peregrinos alojamiento, servicios y asistencia, así como una serie de normas jurídicas que protegieran el peregrinaje, lo que convirtió a esta ruta en un auténtico santuario donde los transeúntes gozaban de cierta inmunidad.
El primer testimonio confirmado de la existencia de esta serie de infraestructuras se remonta al año 1120, cuando ya estaban en funcionamiento ciertas posadas y hospicios para peregrinos a lo largo de la ruta.
El Camino de Santiago gozó de una inmensa aceptación a lo largo de los siglos, excepto en dos graves crisis, la primera producida en el siglo XVI cuando hizo su aparición la teología protestante, reduciéndose drásticamente la cantidad de fieles de la Europa oriental y parte de la occidental, pero esto fue después superado cuando la iglesia protestante aprobó que sus fieles hicieran la peregrinación.
La segunda crisis, y sin duda la más grave, ocurrió en el siglo XIX, cuando la Revolución Francesa desencadena un gran movimiento anticlerical y de secularización, al separarse la Iglesia del Estado, que después repercutió en España y se tradujo en la pérdida de gran parte de la infraestructura por a las severas desamortizaciones y que perduró hasta bien entrado el siglo XX.
La resurrección del Camino de Santiago como puntal turístico
A partir de los años 50s del siglo XX el fervor renace entre la población, sobre todo gracias al empuje del franquismo, lo que se traduce en un aumento en la cantidad de peregrinos, ya no solo como un asunto de fe, sino apuntalado también como un puntal de lo que se ha venido a llamar el turístico litúrgico.
Este puntal turístico se apuntaló sobre una nueva infraestructura no ya de hospicios o simples posadas, sino en modernos hoteles, restaurantes y paradas turísticas donde los fieles podían disfrutar de una buena comida y de las comodidades modernas, atrayendo ya no solo a los fieles, sino también a los amantes de la vida natural, deportistas, senderistas, etc.
Gracias a esta nueva política para atraer el turismo, a partir de la década de los años 90s la cantidad de peregrinos se multiplicó en cantidades nunca antes vistas llegando a alcanzar casi 250 mil personas para el año 2019.
En la actualidad, la peregrinación jacobea atrae a un gran número de fieles y turistas sin distinción de edades o sexos, siendo los extranjeros quienes más se aventuran a transitar el Camino, incluso desde rutas secundarias con el objetivo de conocer España en profundidad.
El largo recorrido del Camino de Santiago
Existen varios itinerarios para llegar hasta el Camino, uno de ellos proviene de los Pirineos occidentales y llega hasta Santiago de Compostela, pero existen otras rutas muy populares como la usada por los peregrinos originales que se inicia en Oviedo y de ahí sigue por Lugo y luego hasta el
Locus Sancti Iacobi.
Actualmente, la idea es que el Camino abarque una serie de poblaciones como Pamplona, León, Burdeos entre otras para que los peregrinos puedan atravesar zonas pobladas con un gran atractivo turístico y patrimonial, creando, así una interesante red que le brinda todas las facilidades a los peregrinos y al mismo tiempo funciona como una magnífica palanca turística.
Existen otras rutas que con el paso del tiempo fueron desapareciendo o se fusionaron en caminos principales, algunas de estas rutas surgían desde Francia en París y Le Puy, y otras incluso más lejos, desde Alemania o Italia.
En el año 1965 se editó una guía con una ruta detallada desde los Pirineos hasta Santiago de Compostela y después, en la década de los años 80s, se adecuó para todos los transeúntes con el objetivo de evitar atajos o senderos inadecuados o peligrosos, así como nuevos albergues.
Un auténtico camino de Unión Europea y universal
Más allá de su inmenso patrimonio espiritual, la gran importancia que representa esta ruta de peregrinaje en la actualidad se debe a que se ha convertido en un auténtico camino de unión de las distintas culturas, idiosincrasias y tradiciones europeas, así como de un encuentro de todos los fieles cristianos del mundo entero, ya que el Camino de Santiago recibe peregrinos de todo el planeta.