Esta basílica menor, que de acuerdo a algunos historiadores se levantó sobre las ruinas de un coliseo romano, fue construida entre 1329 y 1385, después de una sucesiva serie de infortunios que incluyó el incendio de los andamios en 1330, además de una reconstrucción después del terremoto de 1428 que provocó daños en su rosetón.
Como muchos otros grandes templos de la antigüedad, a lo largo de los siglos la configuración arquitectónica original fue experimentando cambios en su diseño gótico original. Agregó elementos renacentistas, barrocos e incluso modernistas, entre ellos un pasadizo elevado durante el siglo XVII y un nuevo altar de estilo barroco tardío en 1783, que incluía doce columnas centradas y monolíticas.
Lo primero que se aprecia al ver el exterior del conjunto arquitectónico es que se trata de una construcción sólida, robusta y compacta, pero al observar su interior su diseño da la impresión de fragilidad debido a las molduras, cornisas y superficies que parecieran querer evitar la sensación de la enorme altura del conjunto.
El diseño de esta basílica es tradicional, con tres naves formadas por cuatro ramales con el presbiterio de medio ramal y un polígono heptagonal cubierto con bóveda de crucería, además de un deambulatorio sin crucero. Algo llamativo es que los pilares de cada nave están bastante espaciados, lo que pareciera dar la falsa sensación de una única nave, algo muy propio del estilo gótico francés.
Esta impresionante obra de enorme valor artístico y patrimonial fue declarada Bien de Interés Cultural en junio de 1931.
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