Hablar de la historia de Barcelona es retroceder más de 4 mil años hacia el final del neolítico, cuando se tiene evidencia empírica de los primeros asentamientos humanos pertenecientes a íberos, visigodos y luego a los romanos, los cuales instalaron sus primeras poblaciones aproximadamente en el siglo I a. C.
Durante el imperio de Augusto el poblado de lo que sería Barcelona desarrolló el comercio, pero no sería sino después del siglo III, cuando se posicionó el cristianismo, que la zona recibió mayor atención e interés debido a su salida al Mediterráneo.
En menos de seis convulsionados siglos pasó a ser, sucesivamente, colonia visigoda, parte integral y estratégica, pero breve, del Califato musulmán y finalmente zona de influencia del Imperio Carolingio, hasta la llegada del siglo X cuando se convierte en un condado independiente y autónomo.
La transformación de Barcelona
Con la llegada del medioevo el Condado de Barcelona se convirtió en uno de los centros políticos, culturales y socioeconómicos más importantes del Mediterráneo debido a que formaba parte activa de la Corona de Aragón, un inmenso y extenso territorio que iba desde Cataluña hasta Atenas, lo que permitió que el puerto de Barcelona compitiera con Nápoles, Palma de Mallorca y Venecia.
Sin embargo, este período de poder se vio eclipsado por una larga cadena de crisis socioeconómicas y conflictos militares como la Guerra de los Segadores y la Guerra de Sucesión durante la Edad Media y buena parte de la Edad Moderna.
Con la llegada del siglo XIX la ciudad experimenta un crecimiento sostenido tanto a nivel demográfico como urbanístico y económico en donde la ciudad conserva la cuadrícula romana, pero con un perímetro urbano mucho más amplio.
Sin embargo, a nivel social la ciudad experimentaba un verdadero hervidero de luchas sociales, todo esto atizado en medio de un esplendor artístico y cultural.
La era contemporánea y su posterior consolidación
La situación se hizo insostenible con el paso de las décadas hasta que finalmente desembocó en períodos turbulentos como lo fue la dictadura de Primo de Rivera durante la década de los años 20, el fin de la monarquía y la adopción de la segunda república en 1931 y el estallido de la guerra civil en 1936.
Durante la guerra civil, Barcelona se convirtió en el bastión más importante del bando republicano al ser la sede de gobierno.
En la ciudad se escenificaron algunos de los combates más sangrientos del conflicto, entre ellos algunos de los bombardeos más intensos por parte del bando franquista.
La caída de la república y la posterior victoria del franquismo generó una intensa persecución en toda Barcelona debido a una intensa actividad insurreccional que inclusive logró perdurar durante toda la segunda guerra mundial en donde los partisanos catalanes ayudaron al bando aliado, en especial a la Resistencia francesa.
Durante la dictadura franquista la ciudad se convirtió en un polo industrial gracias a su puerto, su estratégica ubicación geográfica y al dinamismo tanto en materia de construcción como en los nuevos medios de transporte y las múltiples industrias y comercios, en especial en el área cultural y artística.
Unión Europea, Juegos Olímpicos y el siglo XXI
Con la llegada de la democracia se desató un reimpulso socioeconómico gracias a la integración con la Unión Europea en el año 1986 y con ello en un nuevo mercado comercial muy competitivo y pujante.
Para el año 1992 Barcelona alcanzó la cúspide de su desarrollo socioeconómico y su esplendor deportivo y cultural cuando se convirtió en la sede de los Juegos Olímpicos.
Además de elevar su reputación, las olimpíadas se convirtieron en un catalizador en el desarrollo urbano gracias a la construcción de nuevas instalaciones deportivas, en especial la Villa Olímpica y en un reimpulso a nivel turístico que ha perdurado hasta el día de hoy.
Con la llegada del siglo XXI, Barcelona se había convertido en la ciudad comercial más importante de España y uno de los polos de desarrollo de toda la Europa occidental gracias a su enorme producción destinada al mercado interno y a la exportación.
La enorme proyección internacional de Barcelona se logró gracias a su impresionante industria turística, su puerto comercial que es uno de los más importantes del mundo.
Su extraordinaria industria editorial, cuya influencia se ha extendido a todos los países de habla hispana, sus muchos museos y galerías de arte e incluso en una auténtica potencia deportiva gracias al Fútbol Club Barcelona.
Sin embargo, este enorme crecimiento cultural y comercial y a la influencia socioeconómica en toda Cataluña ha alimentado también el deseo de una mayor autonomía, e inclusive de independencia de España.
Estas ansias independentistas han provocado no pocos roces con el resto de España que ve peligrar su estabilidad política, en especial después del crack de 2008 que provocó una crisis que todavía no ha podido superarse del todo.
Sin embargo, a pesar de los grandes retos y problemas enfrentados, Barcelona ha sabido mantener su ímpetu y empuje en múltiples ramos comerciales tan variados que van desde la hostelería, la gastronomía, el arte y cultura, la industrialización y manufactura naviera e inclusive en su increíble desarrollo audiovisual al convertirse en capital de la cinematografía española.