La Ermita de la Santa Cruz es un antiguo santuario construido durante el reinado de Carlos IV, pero su actual edificación es mucho más reciente ya que fue reconstruida en 1830 y en sus inicios, entre el siglo XVIII y XIX, los frailes carmelitas instalaron en la antigua ermita una escuela de primeras letras.
Al igual que muchas otras ermitas antiguas, su diseño arquitectónico es bastante austero, con una única nave y pequeñas capillas a sus laterales que custodian el Cristo de Medinaceli, el Descendimiento y la Virgen de los Dolores, es decir, tres de los cuatro pasos pertenecientes a la Hermandad de la Santa Cruz. Cabe resaltar sus tres crujías con bóveda de cañón y directriz de arco carpanel.
Posee una fachada lateral sobria en donde está la puerta adintelada de acceso con pilastras apoyadas sobre pedestales y un entablamiento de estilo dórico. En su parte superior destacan, además, una pequeña galería con vanos de arco de medio punto junto con una balaustrada corrida la cual remata la edificación y que a su vez se interrumpe con una pequeña espadaña de una única campana.
Cabe destacar que en 1945, Francisco Giner, el cura párroco de San Nicolás, dio el anuncio de la restauración de la ermita y se convirtió en un auténtico suceso porque era uno de los templos más queridos y populares de Alicante.
Justo al lado de la ermita nos encontramos con un mirador desde donde tenemos unas espectaculares vistas panorámicas de la ciudad de Alicante. En la actualidad, la Ermita de la Santa Cruz es uno de los mayores atractivos litúrgicos de la ciudad, en especial durante los festejos de la Semana Santa, desde donde se inician algunas de las procesiones.
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