Alicante debe su prodigiosa gastronomía a dos variantes muy específicas que son su geografía interior de montaña y su costa, de ahí viene el origen de sus platos ricos en carne y productos de su campo, en especial el arroz y los productos del mar.
Hablamos de una tierra en donde abunda el sabor y la buena cocina que se traduce en una carta gastronómica abundante y exquisita cuyos platos se han popularizado dentro del Mediterráneo y el resto de España.
Una historia llena de sabor
Al igual que otras muchas regiones de España, Alicante obtuvo su linaje gastronómico gracias a una mezcla de culturas.
Después de la conquista del territorio de la actual Alicante por parte de los romanos, rápidamente adoptaron el arroz en la región, convirtiéndose rápidamente en la base de su dieta.
Gracias a la topografía y las fuentes hídricas la región también es espléndida en muchos tipos de bebidas.
Con la posterior conquista musulmana se adoptaron muchos platos propios de su repostería, como por ejemplo el turrón.
Además del arroz, con el que se prepara una extraordinaria paella, la dieta alicantina se basa en una gran variedad de pescados y mariscos, el cerdo, lentejas, garbanzos y otras legumbres, y frutas como la cereza, la almendra, las uvas pasas, los dátiles y la aceituna.
Con la conquista de América la carta de la región se enriqueció aún más con la adopción de la patata y el maíz, con los que se hacen exquisitas preparaciones.
El cerdo y el cordero
Alicante tiene su fuente de proteína animal en el cordero y el cerdo, además del conejo, la perdiz, la codorniz y el pollo.
Esta enorme variedad le ha permitido desarrollar una carta abundante en guisos y cocidos, entre los más conocidos son la olla de pelotas (fasiuras o faseguras), gazpachos y su exquisita sopa de gachas, conocida como sopa de hormigonicos.
Otros platos muy apreciados son sus pasteles de carne, sus platos a base de conejo y en especial sus morcillas y embutidos picantes, en especial la longaniza.
Los frutos del mar
Alicante es una tierra preciada por su abundante pesca mediterránea, lo que se puede corroborar en sus deliciosos guisos tradicionales a base de pescado.
Entre ellos podemos encontrar el caldero de Tabarca, la borreta, el bacalao meneao, sus sardinas en salazón y sus sardinas a la parrilla.
Sus mariscos también ofrecen una espléndida variedad de platos gracias a sus gambas, erizos de litoral, calamares, langostinos y mejillones.
Esta enorme variedad y abundancia le permite a la cocina alicantina preparar escabeches y salazones a base de sardinas, atún y arenques que resultan en exquisitas pericanas compuestas con ñoras, aceite de oliva y capellanes.
Dulces para la vida
Además de sus platos fuertes a base de productos de huerta, la cacería y los frutos del mar, Alicante es famosa por su deliciosa repostería, en donde el turrón de almendra ocupa un sitio de honor.
Los frutos secos propios de la región permiten elaborar peladillas y almendras garrapiñadas, además de una larga tradición chocolatera gracias al cacao procedente de América y que ha producido una espléndida y próspera industria dulcera de exportación en Alicante.
Otros deliciosos dulces son los populares orelletes, el torrat, las almojábanas, las tortas rellenas, la coca boba, los rollitos de anís, la tortada de elche, los pasteles de boniato, el pan de higo y sus helados hechos a base de turrón y mantecado.
Delicias para calmar la sed
Alicante tiene una larga tradición elaborando su popular bebida hecha de anís verde. También su industria es pródiga en licores galardonados como su burret, un licor hecho a base de café.
Pero la industria más importante de Alicante sin duda es su interesante cata de vinos. Poseen denominación propia de origen desde el año 1957 y son procesados a base de uvas autóctonas como la moscatel y la monastrell, cultivadas generalmente en viñedos a una altitud mínima de 600 metros sobre el nivel del mar.
La principal comarca de Alicante dedicada a la producción vinícola es el Medio Vinalopó de donde se obtiene uno de los vinos más populares y apreciados desde el medioevo llamado fondillón que tiene el honor de ser, junto con el vino de oporto y el vino de jerez, los únicos vinos con nombre propio que existen en el mundo.